Un fascinante viaje al centro de la historia del entretenimiento electrónico, en tu propio idioma.
Prince of Persia tenía duelos a espada con esqueletos. Ni que decir tiene que yo iba siempre con los esqueletos.
El motor gráfico de Prince of Persia era sorprendentemente variado para su tiempo y a veces se las apañaba para mostrar en pantalla más de dos colores distintos.
"Si calculabas bien al saltar y tenías suerte, el idiota de Prince of Persia caía y se moría, y entonces podías ponerte a ver la tele.
Estoy seguro de que vuestros padres, abuelos y hermanos mayores os habrán alegrado más de una sobremesa con sus interminables anécdotas sobre cómo se divertían con cualquier cosa cuando eran jóvenes, y no como la gente ahora, que necesita mil puñetas para ser feliz.
Seguro que os han contado lo mucho que se divertían jugando con pelotas de trapo, muñecas de trapo y, a veces, con un simple trapo. Joder. Yo les odio cuando hacen eso, sobre todo porque luego se animan y te sueltan lo de que con una peseta tenían para ir al cine, comprar pipas, y con la vuelta les llegaba para varios días de barra libre en el bar.
Pobres viejos. Aunque cuando explican la parte de las batallas a pedrada limpia con los niños del otro pueblo, oh tío, eso sí que es divertido.
En el fondo son afortunados. Cuando vosotros cumpláis 60 años tendréis que confesarle a vuestros hijos, nietos o hermanos pequeños la enorme cantidad de tiempo que perdisteis haciendo ver que os divertíais con algo tan estúpido como Prince of Persia, un videojuego que salió en 1989, pero que ya era antiguo y feo veinte años antes de ser programado por su creador, quien quiera que fuera.
Prince of Persia, desde luego, resultaba bastante más aburrido que lanzar piedras contra niños que no conocías de nada, y tampoco creo que fuera ni la mitad de divertido que perseguir un trapo deshilachado porque sí.
El objetivo del juego era rescatar a una princesa de las garras de un tipo barbudo y con turbante llamado Jaffar, que era gran visir de Persia, o algo. Para ello, el protagonista rubio debía correr de un lado a otro, saltar, seguir corriendo sin tener ni idea de adónde iba y, finalmente, aburrirse. Aburrirse mucho.
A veces, tras horas de deambular por pasadizos que no sólo parecían exactamente iguales, sino que eran exactamente iguales, tenías la suerte de encontrar a otro ser humano, y entonces comenzaba un duelo de espadas, a muerte. Desgraciadamente, esto no hacía de Prince of Persia un juego más divertido, más bien al contrario.
Por lo general, proporcionar una espada al protagonista de un videojuego y darle sólo dos tipos de movimiento (movimiento de ataque subnormal y movimiento de pero qué coño pasa con este juego) no suele ser una buena idea y además puede molestar a la gente que entiende de esgrima o a la gente a la que simplemente no le gusta perder el tiempo.
Cómo un juego tan tonto como Prince of Persia consiguió fama y reconocimiento mundial es algo que nunca podré explicarme. En su día se habló mucho de sus animaciones fluidas y de su control estupendo. Sobre este punto lo único que puedo decir es que, efectivamente, el control del personaje era lo que menos apestaba.
Con las teclas de dirección movías al protagonista mientras controlabas el resto de acciones con un solo botón, lo típico: saltar, correr, caminar, luchar... Con un poco de práctica podías realizar todo esto con una sola mano, y así tenías la otra libre para taparte la boca al bostezar o, mejor aún, para apagar el ordenador lo antes posible.
CÓMO JUGAR HOY A PRINCE OF PERSIA: Hay que ser muy retrasado para hacer esa pregunta. No lo sé. Busca en Google, a ver. Si tienes suerte y encuentras algo, no me lo digas. No me interesa.
Nota: Todas las imágenes presentes en este artículo tan esforzado han sido robadas de http://www.tammo80.nl/prince/, una página dedicada a catorce años de intenso sufrimiento y Prince of Persia.