Un fascinante viaje al centro de la historia del entretenimiento electrónico, en tu propio idioma.
Joder, esos eran tiempos. Debía ser el año 1993, cuando mis amigos Jordi Fernández, Javier Guillot, Manel Navarro y Guillermo Román paraban casi a diario por mi antigua casa, la mítica URGEL 253, donde teníamos un grifo del que salía alcohol, una banda de groupies adictas al crack y varios tipos de videojuegos, entre ellos GUNBOAT.
Oh, dios. Alguien debería escribir un libro sobre esa casa, porque creo que la mitad de Barcelona ha bebido en ella.
Supongo que Marlon Brando se refiere a que el horror y la diversión en mi antigua casa de URGEL 253 eran una mezcla de APOCALYPSE NOW, fiestas universitarias y varios grupos de mujeres desnudas corriendo alrededor del salón, sin motivo aparente. Aassucarr. Por aquel entonces, recuerdo, mis únicas obligaciones consistían en no ir a la facultad de Filosofía, llamar a algún amigo para que llamara al resto, y comenzar a beber, sin esperar a los demás.
Os preguntaréis a qué viene esto. A la mierda si lo sé, pero os juro que, en mitad de ese caos, algunas personas aún teníamos tiempo de jugar a GUNBOAT.
GUNBOAT trataba de media hora de APOCALYPSE NOW. En concreto, de esa parte de recorrer en lancha varios ríos de Vietnam llevando una bandera americana en lo alto. Ejem. Y si el argumento del juego no justificaba lo suficiente que todo el mundo te quisiera matar, tus superiores en el ejército te encargaban la noble misión de destruir monumentos budistas, disparar heroícamente a piernas de mujeres indefensas y cubrir de napalm varios orfanatos de nula importancia estratégica. Vaya montón de mierda, amigo.
El juego no estaba mal en 1990, pero nosotros, unos años después, lo encontrábamos francamente divertido, sobre todo con varias botellas de mezcal en el cuerpo.
Jaja. Vaya si nos divertíamos. Había noches en que estábamos tan puestos que no veíamos, literalmente. En nuestras fiestas de alcohol, drogas y bailar sobre la mesa de billar teníamos hasta gilipollas de esos que se beben dos chupitos y amenazan con suicidarse. ALEGRÍA. Joder, qué divertido era.
Eran los tiempos del garito ZONA AZUL, en la calle Aribau 163 y, cuando cerraban o dejaban de hacernos "cucarachas", de dejarse caer - literalmente - por las escaleras de La Boîte. No diré quién se metió la gran piña delante de un montón de gente descojonándose, pero os daré una pista: fue MANEL NAVARRO. Jajaja. Qué recuerdos.
Esta fantástica epopeya sobre un asqueroso videojuego 2D y varias mujeres que no conoces de nada en tu cama terminó el día en que le dejé a un amigo las llaves de URGEL 253 para que pudiera entrar en casa aunque no estuviéramos en ella ni mi familia ni yo. No sé qué mierda llevaría yo en el cuerpo cuando pasó eso. El hecho es que mi amigo hizo una copia de estas llaves, y esa copia sirvió de inspiración para hacer muchas otras copias más. Gracias a ellas, cualquier persona que me conociera de algo podía entrar en mi casa a cualquier hora, dirigirse a mi habitación, e interrumpir un momento íntimo entre mi novia, mi cámara de vídeo y yo, sólo para proponerme irnos de juerga todos, porque HEY SOMOS JÓVENES.
Hasta que eso pasó, jugamos mucho a GUNBOAT.
CÓMO JUGAR HOY A GUNBOAT: Hace diez años, las caricias torpes en el clítoris, bailar estando borracho y GUNBOAT eran tenidos en cuenta como estímulos sexuales, pero ya no. Ahora GUNBOAT resulta tan jodidamente feo que puede llenarte los ojos de lepra y convertir tus espermatozoides en microbios incendiarios, y yo y otras personas creemos que debería ser erradicado de la faz del planeta de los videojuegos, cuando éste se descubra.
Pero si lo que quieres es una misión, por tus pecados te daremos esto: tu propia ración de lanchas motoras y soldados vietnamitas yéndose a tomar por el puto culo, tal y como lo entendía la industria de los videojuegos varias décadas antes a hoy.