Mi perro Paf. Una historia real que conmoverá al mundo. Los perros son, por lo general, tan inteligentes como un zapato, pero si alguna vez ha habido uno especialmente estúpido, ése fue Paf, un animal que tuve que soportar cuando tenía 17 años.
Normalmente, lo más divertido de tener una mascota son los cinco primeros segundos, cuando estás decidiendo cómo se va a llamar el animal. La cosa es muy emocionante, de veras, porque puedes ponerle un nombre chulo, como: "Rocky", "Tiranosaurio" o "Robocop", o puedes hacer como yo y llamarle como tu plato de comida favorito (en mi caso, "Spaghetti"). Pero con Paf eso no fue posible porque el imbécil venía con su propio nombre estúpido de fábrica, y como se suponía que el animal tenía sentimientos, no se lo podíamos cambiar. PAF 1 - FELICIDAD 0 Paf el Idiota, el Rey de la Colina en la colina de los perros tontos. Nunca supe bien cómo apareció, ni quién lo trajo, ni por qué se quedó. Cuando tienes diecisiete años estás demasiado ocupado con los grandes asuntos de la vida como para preguntarte qué coño hace un perro lamiéndote la cara a las cuatro de la mañana. Paf el Pobre, un perro sin nada: sin carisma, ni pedigrí; comprado y feo como él solo. Por no tener, no tenía ni el encanto de recogido en la calle. Paf era un error, una mierda, una bofetada más de la vida. Todos en casa se dieron cuenta de lo horrible que era mi mascota el primer día que le di de comer. Yo no sé qué ponen en la comida para perros, pero no creo que haya nada en el mundo que huela peor. Abrir la lata y decir: "joder, qué coño es esto" es todo uno. ¿Pero qué mierda echan ahí dentro? ¿Ratas? No sé, ¿qué hay peor que las ratas? Llevara lo que llevara, lo cierto es que a mi perro le encantaba. Los perros de las películas siempre están comiendo cosas cojonudas, como restos de pizza y patatas fritas congeladas, y luego salen a la calle a rescatar a un niño de un incendio o algo. Paf, en cambio, comía gelatina con trozos de rata flotando encima. Paf además era asombrosamente fiel a su marca de comida. Una vez me equivoqué en el supermercado y le compré por accidente una distinta. No sé cuál era, pero en el bote ponía "extra". Al muy cretino le gustó más y desde entonces nunca la abandonó, porque era EXTRA OLOR. Si es cierto que la comida para perros normal contiene ratas muertas, yo creo que aquella de lujo que comía Paf debía llevar ratas muertas modificadas genéticamente para oler el doble de mal. PAF 2 - TODO LO QUE ES HERMOSO Y BUENO 0 Y Paf amaba esa nueva comida con todas sus fuerzas. Joder, le gustaba tanto que la comía, la cagaba y se la volvía a comer, lo juro. Paf era el gourmet del excremento: un perro tan obcecado e idiota como para comerse su propia mierda. ¿Es que se puede ser más estúpido que eso? Aquel perro era la planta de reciclaje más barata de la historia. Un bucle de tontería infinita, el peor regalo que el corazón de un dulce niño como yo podría haber recibido nunca. Odiaba llevármelo a la calle y lo odiaba a él, y, sobre todo, odiaba que me vieran con él, lo que me recuerda que no estoy seguro al 100% de lo que dije antes de que Paf se comía su propia mierda. Quiero decir, en las raras ocasiones en las que me tocaba sacarlo a pasear, yo estaba siempre demasiado ocupado haciendo ver que el perro no era mío como para encima fijarme en qué mierda comía el animal. Supongo que ahora comprenderéis que ese bicho me diera tanto asco. Y la palabra "asco" se queda corta, porque a Paf ni tocarlo, lo juro: hubiera preferido inyectarme ácido sulfúrico en los ojos y pedirle a alguien que cantara una canción de Mecano mientras me iba muriendo a poner una de mis dos dulces y tiernas manos sobre aquel ASQUEROSO CHUCHO DE MIERDA. Paf, el cabrón: Una máquina de avergonzarme en público. Sin pilas. Veinticuatro horas al día, siete días a la semana, jodiéndome la vida. PAF 3 - CHICO ATRACTIVO, INTELIGENTE Y SENSIBLE 0 Siempre que hacía algo intelectual y existencialista como leer un libro de Dostoievski o jugar a la Supernintendo, el gilipollas de Paf venía a molestarme.
No contento con darme un montón de asco, mi mascota tenía además que recordarme constantemente que existía. Lo suyo, más que cariño, era una especie de sentido arácnido cabrón para detectar el momento más oportuno en el que venir a arruinarme la vida. Dios, cómo odiaba a ese perro. Bastaba que me tocara sacarlo a pasear para que las calles se llenaran de tías buenas. Hablando de tías buenas: una noche estaba en el salón de casa con una chica, mintiéndole sobre lo especial que era ella para mí y lo bien que me hacía sentir (lo decía para podérmela follar), y Paf se volvió loco de celos y estuvo toda la noche frotándose contra el abrigo de ella. Paf hizo muchas cosas mal, en concreto: TODO. Un día se comió las letras del Scrabble, las cagó, y se las volvió a comer. Paf también se meó en un jersey y lo escondió en la cocina, donde un honrado trabajador de la construcción lo tocó con la puta mano, cinco meses después. Por no olvidar que Paf intentó joder con una lámpara, el muy capullo. Con una lámpara, el gilipollas. Y si creéis que con esto tuve demasiado, desengañaos, porque una fría noche de invierno, hace aproximadamente trece años, el mamón de Paf me honró CAGÁNDOSE EN MI PUTO CUARTO, justo debajo de MI DULCE PIE DESCALZO.
Paf era pequeño, peludo y subnormal. Yo le odiaba tanto que por las noches lo mataba en sueños. Durante el día, sin embargo, disimulaba y sonreía al abrir sus latas de comida asquerosa, mientras aguardaba con paciencia el momento de la venganza. Hasta que... PAF 3 - DEUS EX MACHINA 5 Nunca he sabido qué ve la gente en los perros, sinceramente. Sí, seguro: algunos son monos y todo eso, pero si es posible los prefiero lejos de mí. No soy experto en perros, pero yo diría que los animales que se lamen el culo sólo pueden ser buenos para pasar enfermedades cerebrales a los niños. Gracias a Dios, Paf desapareció a tiempo de mi vida. ¿Cómo? No lo sé. Desconozco los detalles, pero fue cojonudo. Creo que se lo quedó una novia de mi padre o algo, lo que demuestra una vez más que si eres buena persona y crees en Dios lo suficiente, todo lo que deseas se convierte en realidad. Lo que intento deciros con esto es que en el peor momento de mi vida Dios vino a socorrerme, y lo mejor de todo es que yo no tuve que hacer nada!!! En fin, éste ha sido el humilde relato sobre mi convivencia con Paf, un perro bueno y sencillo cuyo único error fue masticar mierda. No sé dónde se encontrará ahora, ni me importa, pero teniendo en cuenta que han pasado varias vidas de perro desde la última vez que nos vimos, lo más probable es que Paf esté ardiendo en el infierno chino de los animales domésticos, por cabrón. Siento mucho si he ofendido a alguien con esta historia, pero qué le voy a hacer: siempre he pensado que los perros son nuestros enemigos. Bueno, espero que gracias a este artículo nadie compre perros nunca más y tengan que cerrar todas las fábricas de perros y que se jodan todos. CONCLUSIÓN: CARLOS GANA FIN |